16 noviembre 2016

Ni con aire ni con gel: en patas

Running: Por qué hay cada vez más gente que elige correr descalza o con zapatillas “minimalistas”.

 Rafael Roa y Luciano Meritano para Clarín

Guillermo es del Chaco y es minimalista. Su calzado preferido: Las alpargatas.

A veces el árbol nos tapa el bosque (nadie es infalible, puede pasar) y necesitamos que alguien venga a talarlo para liberar ese obstáculo “censurador” y así admirar por primera vez aquello que siempre estuvo ahí pero que no podíamos notar. Casi como encontrar algo que habíamos olvidado y creímos perdido para siempre. Con el barefoot, como se denomina a la técnica de correr descalzo o con un calzado especial denominado nimimalista, podría decirse que sucedió algo parecido. No fue hasta el año 2009 que esta “nueva/vieja” técnica de running, que propone retornar a los hábitos más básicos del hombre, logró resurgir de los anales de la historia, enterrada bajo siglos de costumbres y tradiciones (y, desde luego, también necesidades). Fue ese año que el periodista estadounidense -y fanático del running- Christopher McDougall publicó el libro “Nacidos para correr”. Allí cuenta cómo, buscando un modo de correr sin que le doliera nada, se topó con la tribu de los tarahumaras, de las Barracas del Cobre, en México, quien corren cientos de kilómetros sin descanso ni dolor; no conocen el cáncer, ni la diabetes, ni las peleas.

El libro fue un éxito de ventas y rápidamente se convirtió en best seller en los Estados Unidos, y se tradujo a innumerables idiomas, incluido el nuestro.

En su defensa del correr sin zapatillas, McDougall se apoya en estudios de las universidades de Harvard y Newcastle (Australia), entre otras, que sostienen que eso es correcto. Sin embargo, no todos piensan lo mismo (ver aparte).

Luis Pérez es de la Provincia de Buenos Aires y ganó varios trail corriendo con alpargatas.
Luis Pérez es de la Provincia de Buenos Aires y ganó varios trail corriendo con alpargatas.

El fenómeno consiguió también desempolvar viejas historias que sirvieron para darle más sustento aún a la teoría del barefoot. Como el caso de Abebe Bikila, “La leyenda negra”, que en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960 asombró al mundo al ganar, cómodamente, la maratón corriendo descalzo. O la entrevista que la CNN le realizó en 2007 al etíope múltiple campeón de los 42 km, Haile Gebrselassie, donde contaba: “Estaba a gusto cuando no llevaba zapatillas. Solía correr descalzo. Fue difícil empezar a llevarlas. Correr con zapatillas está bien, pero al inicio de mi carrera fue muy duro. En nuestro país, ves a los chicos que están tan a gusto sin ellas. Es mejor no llevar zapatillas,que llevar unas que no te valgan”.

Por supuesto, en la Argentina también fue captando adeptos esta suerte de “llamado de la naturaleza”. Y el mercado, ni lerdo ni perezoso, se subió a la “onda verde”, desarrollando y sacando a la venta las zapatillas minimalistas, sin cápsulas de aire ni nada de amortiguación ni drop. Al natural. Las primeras zapatillas para barefoot.

Abdullah Al-Qwabani de Yemen compite descalzo en los 5 mil metros en Campeonato Mundial de la IAAF, en China.
Abdullah Al-Qwabani de Yemen compite descalzo en los 5 mil metros en 
Campeonato Mundial de la IAAF, en China.

Fanáticos “Es mucho menos agresivo para el organismo y se usa la energía más eficientemente que correr con zapatillas convencionales”, explica Luciano Meritano, licenciado en Educación de Física, y capitán de Rosario Merrell Team, el primer grupo de corredores de barefoot del país. “Se trata de una técnica ancestral olvidada que necesita tiempo de adaptación para usarse correctamente. Se desarrolló un método puntual para la adaptación y nosotros nos especializamos”, agrega.

“Usamos zapatillas desde siempre, entonces muchos músculos del pie y la mayor parte del arco está totalmente vencido o debilitado. Así que más allá de que estamos hechos para correr descalzos, se necesita un tiempo de adaptación acorde a cada uno: a su edad, a su técnica de pisada, a su peso. Puede demandar un tiempo de entre 3 y 8 meses de preparación”, sostiene Meritano, que añade categórico: “Es cambiar la forma de correr. No es lo mismo. Cambia la pisada y cuando cambia la pisada cambia toda la técnica. Con las zapatillas convencionales se hace el primer apoyo casi con rodilla extendida y apoyando gran parte del talón. En cambio, cuando se corre en barefoot se apoya el tercio anterior del pie, lo que sería el inicio del metatarso, entonces la amortiguación cambia. Mecánicamente es mucho más económico, tiene mucho menos impacto”.

Las trail, las carreras no convencionales, son las que más atraen a los barefoot.
Las trail, las carreras no convencionales, son las que más atraen a los barefoot.

“La adaptación ósea es la más larga de todas en el organismo, aparte de que uno tiene que hacer un patrón motor nuevo (el cerebro tiene que crear una técnica nueva), la adaptación del impacto del metatarso tiene que ser progresiva porque esa parte del pie va a tener un apoyo, una descarga y una presión que no venía teniendo. Antes la mayor descarga era el talón y ahora es el metatarso”, cierra Meritano, que cuenta que 20 de sus corredores barefoot encontraron grandes beneficios con esta técnica.

Con mis alpargatas a todas partes

Guillermo José Mc Loughlin tiene 43 años y es de Margarita Belén, en la provincia del Chaco. Hace tres años, con el objetivo de volver su vida más saludable, se metió en el running. Empezó con zapatillas convencionales y participó de varios maratones, pero al poco se pasó al bando de los barefoot, y hasta creó el grupo de Facebook “Corredores Minimalistas y Descalcistas de Argentina”.

En alpargatas
En alpargatas

Fanático de los trail (las carreras que se realizan por lugares no convencionales), Guillermo usa “el calzado minimalista argentino por excelencia: las alpargatas”
.
“Con alpargatas me he sentido muy cómodo. Sin inconvenientes he corrido 72 kilómetros”, cuenta orgulloso. “Soy minimalista, no descalcista, porque en el Chaco hay muchas espinas. Pero donde puedo corro descalzo”.

Fuente: Clarín