CRONICA DE UNA CARRERA.
27/11/2016
Por Ricardo Peralta
Es domingo y nos volvemos a
levantar bien temprano. Son las siete de la mañana y con bastante pereza
comenzamos con el ritual que implica una nueva carrera. No hay muchas ganas, no
hay ansiedad por correr, pero sí el convencimiento que tenemos que encarar un
nuevo desafío. Esta vez, los 10k de la maratón Johnny B Good, en su segunda
edición.
No terminamos de desayunar con mi
mujer cuando nuestro entrenador, Franco Pérez (que a las postres saldría
tercero en la clasificación general) nos pregunta si ya estamos llegando!
Aceleramos los preparativos y partimos. La mañana está nublada y el clima raro.
Quizás hasta llueva. Sin decir nada guardo una campera y un paraguas en la
mochi, por si las moscas.
La largada es en la zona de
Puerto Norte, el complejo que entremezcla nuevos y viejos edificios, junto al
majestuoso Paraná, que le dan otra jerarquía a la zona y urbaniza un sector que
había sido olvidado durante años. Llegamos media hora antes. Franco ya estaba
calentando como un montón de gente más entre los cuales veo caras ya conocidas,
están Meneguzzi, Crobat, Gorosito padre e hijo; más allá la cruzo a Andrea
Lazzarini, que ganaría la categoría mujeres. Dejamos la mochila en una de las
carpas de los grupos y a empezar a calentar.
A las nueve en punto se larga.
Lindas remeras. Saludo a mi mujer que también corre y ahora sí arranco con
ganas. El equipo de sonido nos hace escuchar a Chuck Berry tocando su famoso
tema y me levanta las endorfinas. Yo estoy un poco desorientado con el
recorrido, creo que miré el mapa al revés en los días previos y me sorprendo al
largar hacia el norte. En fin, sigo a la multitud, pero a los cien metros
aparece el primer retome y volvemos hacia el Monumento! Ok, sigamos a la manada
para no perdernos! Comienza el recorrido de ida cuando en otras carreras casi
es siempre es el de vuelta. Corro con ritmo. Creo que voy muy rápido, me voy a
cansar enseguida, pienso. En el barquito me cruzo con una banda tocando en vivo
un tema de los Stones! Nos saludamos con el cantante de Vicio y empiezo a
pensar que la estamos pasando muy bien en esta carrera.
Paso algunos corredores y al llegar a Oroño
giramos hacia la derecha y me desoriento mal! Es que hay alguien, un
banderillero, supongo, está gritando
para dirigir a los corredores de 10k y 4k
y me hace dudar el camino a seguir. Empiezo a mirar hacia todos lados
para ver qué hace el resto de la gente. Cómo no entiendo nada le pregunto a
alguien que tenía corriendo al lado, pero el tipo lleva auriculares y me mira
con cara de no comprender lo que le estoy diciendo. Me doy vuelta pregunto al
de atrás, y ahí el tipo me aclara el panorama. Vamos bien, sigamos.
Kilometro tres. Volvemos a la
avenida de la costa y bajamos hacia el sur. El camino es conocido pero se me
hace largo, muy largo. Corremos y corremos y no aparece el retome de vuelta.
Ahora sí me siento cansado y todavía es la ida. Me doy cuenta que estoy
pensando mucho en cuándo y dónde es el retome para volver y empiezo a rezar. Es
un recurso que tengo cuando me empieza a aparecer un muro o un dolor en medio
de la carrera, rezo. A mí me sirve para enfocar la mente en otra cosa, y dejar
el bajón atrás.
Cuando empieza a asomarse el
Monumento entre los árboles de la Avenida Belgrano aparece por fin el giro de
retorno. Y justo ahí, en ese momento, una banda empieza a tocar el tema de
Rocky!!(Gonna Fly now de Bill Conti) Eso es una inyección de adrenalina para
cualquier corredor. Levanto los brazos al llegar al lado de la banda. Veo que
varios se ríen. No me importa, sé que no habrá otro momento como este en otra
carrera, con la música perfecta para nuestras ganas.
Ya vamos por el kilometro siete y
varios empiezan a preguntar cuánto falta. De pronto un corredor se me acerca y
me pregunta si pasaremos por la Estación Fluvial. Es de Baradero me cuenta,
profesor de yoga y corredor autodidacta.
Le explico que la estación queda para el otro lado justo cuando entramos al
túnel Celedonio Escalada y la música de una DJ nos interrumpe la conversación.
Lo dejo atrás al corredor turista y encaro el último tramo de la carrera,
acelerando un poquito, sacando el resto para los últimos dos mil metros.
Kilometro diez. La llegada es
tranquila, con algunos compañeros de carrera por delante y por atrás. Apago el
cronómetro y ahí veo que mi tiempo fue de 44´10”. Mi segunda mejor marca del
año para un 10k. La sensación inicial de que había salido muy rápido se
confirma en los números. Corrí rápido y me cansé. En la línea de llegada me
espera mi mujer para contarme cómo le fue en sus 4k. Resultó una buena carrera
para ambos.
Llegan más corredores y mientras
tanto cambio de rol. De runner a periodista. Empiezo a hacer las notas a los
ganadores para Rosario Running, y
sacamos fotos mientras lucimos la medalla. Comienza la premiación mientras la
gente empieza a irse por la
Calle Recretiva. El sol ya está a pleno en la mañana
rosarina. Otra carrera, otro reto superado. Palo y a la bolsa. Mañana es
feriado y se extiende el fin de semana, luego vendrá el regenerativo de cara a
otra semana de entrenamientos.