A los 74 años, Susana Sarco enfrenta maratones y se prepara para el próximo Mundial. Un ejemplo de sacrificio y motivación que desoyó los mandatos de los almanaques ganando medallas.
La edad no significa una barrera. No representa 
inhibiciones, ataduras, ni impedimentos. Al menos para Susana Sarco sus 
74 años conforman un auténtico guiño del destino, una bendición 
celestial, una invitación a continuar renovando sueños, corriendo 
caminos y ganando medallas alrededor del mundo. Es que esta inquieta 
rosarina, continúa desoyendo los mandatos de los almanaques, esquivando 
los cánones de la formalidad y fabricando energías para estar en forma y
 ponerse a punto para el maratón del Mundial de Atletismo de Lyon 
(Francia), su próximo desafío que se desarrollará en agosto próximo.
“Correr me apasiona, me da una gran felicidad”, 
destaca Susana. Y cuando otras personas de su edad piensan en una etapa 
más estática y sedentaria de la vida, ella brinda su ejemplo de 
conducta, sacrificio y superación.
“Creo que todo pasa por la cabeza. La gente cumple 60
 años y piensa que la vida está hecha. Pero en realidad nunca se sabe 
cuándo la vida está hecha, nunca”, se encarga de aclarar con firmeza. 
“Salir a correr me hace sentir libre y, mientras yo pueda, voy a seguir 
adelante. Me gustaría correr hasta los 90 años”, revela entusiasmada y 
se ilusiona.
A Susana no le pesa que la sitúen como un valor de 
referencia para los adultos  mayores. Al contrario. “Me gusta que me 
copien, me hace feliz. No importa la edad que tengan. Cuando vienen y me
 cuentan que tienen problemas físicos, de rodillas, o de cadera, yo les 
digo que no se queden sentados, que se muevan, aunque sea que bailen. 
Les digo que no se entreguen, eso es fundamental”, resalta.
Empezó de grande. Susana está casada hace 41 años y 
trabaja, desde esa misma época, en un taller de cortinas con su marido. 
Tiene dos hijos: Natalia, de 40 años, profesora de educación física, que
 vive con ellos; y Cristian, de 41, que se radicó en Mercedes (San 
Luis). Y dos nietos, Máximo, de 4, y Brunella, de 1.
Su relación con el atletismo surgió de grande. Si 
bien siempre miró la actividad física con atracción, recién se atrevió a
 comenzar a correr a los 59 años.
“Siempre me gustó correr, pero nunca me animaba. Por 
el trabajo, la familia, un motivo u otro, nunca podía. Me animé a los 59
 años y ahora hacerlo me da una gran felicidad”, cuenta Susana esbozando
 una sonrisa en su rostro. Queda claro que su semblante se ilumina 
cuando se refiere a la actividad que practica.
Para arrancar, no acudió a ningún asesoramiento, ni a
 un grupo de amigos. “Me mandé derecho, salga como salga. Y la verdad es
 que desde el principio me sentí muy bien corriendo”, relata.
“Siempre fui muy activa, y sentía esa necesidad de 
hacer algo. Así, correr me fue gustando cada vez más, y hoy me encanta. 
Una vez que empiezo, me entrego totalmente. No existe más nadie que mi 
carrera y yo”, confiesa.
Su trayectoria no recorrió carriles habituales. No 
utiliza entrenador, ni médico de cabecera. Ella corre sola, y es su 
propio agente de control. Entrena en pista en el estadio Jorge Newbery y
 también en la calle, según la modalidad de carrera que tenga por 
delante.
Hoy con una gran cantidad de medallas obtenidas, 
varios sudamericanos y dos mundiales ganados, aspira a poder seguir 
desarrollando la actividad que la atrapa con intensidad y espíritu 
competitivo.
La mano de Dios. Al momento de analizar su realidad, 
sus capacidades, y la diferencia que surge en comparación con otras 
personas de su edad, Susana dice que “Diosito viene conmigo. Siempre 
cuando voy a salir, le digo tomame la mano y no me soltés. También 
pienso mucho en mi familia, y recuerdo mucho la fortaleza que tenía mi 
papá para todo”.
Para ella todo es natural, incluso las motivaciones. 
Hay una cuestión instintiva que la domina y que le permite superarse. 
Esa seguridad que fue forjando y adquiriendo, la aleja un poco de los 
asesoramientos profesionales. “Lo que pasa es que algunos exigen 
demasiado y lo veo con muchas compañeras. Yo conozco mi cuerpo y sé cómo
 manejarlo. Y veo que por muchas exageraciones, la mayoría llega cansada
 a los eventos. Lo veo, me doy cuenta”, explica.
Susana cuenta que su recorrido diario comienza por 
donde vive. “Arranco en San Martín y Pasco, agarro Pellegrini, el bajo, 
el parque Urquiza, avenida Belgrano, subo las escaleras del parque 
España, y vuelvo por Oroño hasta Pellegrini. Son 13 o 14 kilómetros que 
me permiten estar siempre bien entrenada”.
“Me gusta correr al mediodía, o a la tarde con sol. Y
 la verdad es que puedo hacerlo porque tengo apoyo familiar, sobre todo 
de mi marido”, subraya a manera de agradecimiento.
Para finalizar, Susana invita a compartir esta 
actividad deportiva que la cobija, la potencia y le llena el alma. 
“Correr es sano y da una gran felicidad. Por eso les digo a todos que se
 animen, que no se queden en sus casas. Correr te hace sentir libre, a 
cualquier edad”, afirma sin dudar.
Necesita ayuda para viajar 
Para Susana no es fácil afrontar los gastos que 
implican entrenar y viajar a las competencias internacionales. En este 
momento recibe una pequeña ayuda de la Municipalidad de Rosario, pero 
necesita un complemento para poder hacerle frente al traslado a Lyon, 
Francia, el lugar donde se realizará en agosto (del 4 al 16) el próximo 
Mundial (World Master Athletics) de su categoría.
"Yo estoy lista y bien preparada para competir y 
dejar bien parada a la Argentina", asegura esta atleta de 74 años, quien
 además de trabajar en el taller de cortinas y entrenar, está también 
aprendiendo francés en cursos para adultos mayores que dicta la 
Universidad Nacional de Rosario (UNR) en convenio con la obra social 
Pami. "Estoy conociendo el francés y los compañeros me ayudan a seguir y
 a conseguir apoyos. La voy llevando. La verdad es que siempre me la 
rebusco con el idioma", contó motivada Susana.
Fuente: Diario "La Capital" 
 

