Los deportistas tuvieron un respaldo de la Secretaría de Deporte de la Nación y el ENARD que contrastó con el de otros tiempos, aunque la cantidad de podios no varió de Guadalajara a Toronto.
Las cifras y los porcentajes no describen por sí mismos la realidad del deporte argentino. Es necesario contextualizar esos datos duros. De lo contrario se puede pensar que nada cambió si se toma en cuenta que la cantidad de podios de la delegación nacional en los recientes Juegos Panamericanos de Toronto 2015 fue exactamente igual a los de Guadalajara 2011.
Hay que prestar atención a las manifestaciones de los deportistas y entrenadores para entender que ya nada es igual a tiempos no tan lejanos. El agradecimiento hacia el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) y la Secretaría de Deporte de la Nación por el respaldo que se les brinda, con becas, giras, equipamiento o asistencia sanitaria, expone que existe un apoyo que brilló por su ausencia durante décadas.
Las vicisitudes de los deportistas durante la década del 90 (exceptuados los primeros años), cobrando becas _los más afortunados_ tarde o mal, casi sin posibilidades de prepararse en el exterior y en ocasiones sin vestimenta, no debe pasarse por alto si se pretende analizar el presente. No fue hace tanto tiempo. Hoy ningún atleta de alto rendimiento se ve obligado a tener aparte un trabajo.
El ENARD administrado por la Secretaría de Deporte y el Comité Olímpico Argentino (COA), nació en agosto de 2010 y el uno por ciento de lo que recauda de cada factura de la telefonía celular lo destina a becas, viajes y cobertura médica, entre otras cuestiones.
A partir de su creación ya nadie tiene que buscar dónde hospedarse cuando sale afuera del país porque se olvidaron de la reservación, o a vivir con la incertidumbre de que lo bajen de un avión cuando ya tiene un pie en la escalerilla, o a conseguir el dinero para solventarse un viaje porque el Estado recién se lo devolverá después de una gira.
Ahora el deportista tiene la cabeza puesta exclusivamente en su disciplina. Es un cambio saludable que no puede mensurarse bajo ningún parámetro, ninguna estadística. Los atletas y entrenadores reconocen este cambio de rumbo, y expresan en todo momento su agradecimiento al Enard y la Secretaría de Deporte.
Si se mira el medallero general no es posible juzgar como negativo lo sucedido en Toronto. La planificación de una política deportiva a partir de la existencia del Enard requiere más tiempo para una evaluación concluyente. Eso no implica que no se hagan correcciones.
Por lo pronto, es urgente combatir el sedentarismo, que asciende a más de un 50 por ciento, según el Ministerio de Salud de la Nación. No se espera que el deporte repunte hasta los años 50, con éxitos internacionales y actividad física en todos los estratos sociales a partir de la política deportiva del peronismo, algo que jamás se repitió (ver infografía), pero sí que la sociedad se ponga en movimiento.
Masificar la práctica deportiva es una meta que excede la importancia de las medallas, amén de que pueda ayudar a más podios.
Rodolfo Parody / Ovación (La Capital))